Es una modificación del tejido conjuntivo con una acumulación anormal de agua, grasa y toxinas en el tejido adiposo, provocada por una ralentización del drenaje linfático. No se desarrolla de manera inmediata, sino poco a poco y tarda varios años en manifestarse y puede hacerlo acompañado de hinchazón de piernas, debido a la mala circulación, estreñimiento y trastornos musculares.
El tejido conjuntivo esta directamente debajo de la epidermis, concretamente en la dermis e hipodermis. Consta básicamente de células, fibras y sustancia fundamental. Entre las células se encuentran los adipocitos (encargados de la reserva de grasa), los fibroblastos (donde se forma el colágeno, la elastina y los mucopolisacáridos de la sustancia fundamental) y los mastocitos (que pertenecen al sistema inmunitario). Por último la sustancia fundamental consta de los folículos pilosos, glándulas sebáceas y sudoríparas, terminales nerviosos y redes arteriovenosas y linfáticas. Todo ello está rodeado por una sustancia formada fundamentalmente por ácido hialurónico.
El tejido conjuntivo cumple tres funciones importantes: sostén por medio de sus fibras; defensa contra las infecciones; nutritiva por el intercambio sanguíneo.
Cuando el tejido está sano, se produce una correcta nutrición y oxigenación. Las sustancias de desecho celular atraviesan venas y vasos linfáticos para eliminarse por orina o heces, regulándose perfectamente el líquido celular. Cuando se alteran las funciones nutritivas de oxigenación y desecho del tejido, se origina la celulitis. Sin embargo, la causa primaria de todo ello es desconocida, siendo el factor sexual-hormonal un factor de predisposición.
La primera etapa de la celulitis se caracteriza por una ralentización del drenaje linfático que provoca una inundación paulatina del tejido conjuntivo y con ella una compresión de los vasos que dificultad aún más el drenaje. Se oprimen así las terminaciones nerviosas lo suficiente para desencadenar una reacción defensiva ante los productos de desecho no drenados y que constituyen cuerpos extraños para el sistema conjuntivo. Esta reacción defensiva se traduce en la formación de un tejido compacto y fibroso de colágeno, elastina y la propia sustancia fundamental que agravan más la opresión vascular y nerviosa; son los conocidos “nódulos celulíticos” que dan el aspecto de piel de naranja. La mala oxigenación, la deficiente nutrición y la intoxicación celular acarrean diversos síntomas imposibles de describir por su multiplicidad y divergencia.
Los tipos de celulitis son:
Celulitis blanda: piel fácil de pellizcar, blanda y de tacto esponjoso (edema); no hay dolor; se forma bolsas que varían de forma con la postura. Va asociada a problemas circulatorios.
Celulitis dura: piel compacta, difícil de pellizcar; dolor al presionar, con ondulaciones que no cambian con el movimiento corporal. Temperatura local más fría que el resto del cuerpo.
Según la localización se puede diferenciar entre:
Celulitis generalizada: es casi exclusiva de mujeres obesas, con una alimentación desequilibrada.
Celulitis regional: es la forma más conocida, suele presentarse como un emplastamiento edematoso en la región maleolar que invade los muslos, las caderas y la región glútea , dando lugar a lo que se conoce como “pantalón de montar” y suele ir acompañada de una lordosis (curvatura de los huesos).
Celulitis localizada: provoca dolor que no guarda relación con el proceso celulítico y que pueden dar lugar a diagnósticos erróneos. Podemos encontrar:
-Brazos, sobre todo en la cara interna.
-Abdomen, por problemas digestivos y/o hepáticos, acentuados por los gases y
el estreñimiento. -Nalgas y zona renal, por problemas posturales y falta de tono en la musculatura
-Caderas y muslos, por problemas circulatorios agravados en muchos casos por
problemas hormonales.
-Parte interna de la rodilla, debido a una deformación en los pies.
-Tobillos por un mal drenaje y una propensión a la retención de líquidos.
-Mamas, puede confundirse con un proceso neoplásico.
Para conocer la existencia de celulitis y saber en que fase se encuentra, aplicaremos ambas manos, ligeramente separadas una de otra, sobre la zona en la que ha detectarse la celulitis y presionaremos como si quisiéramos pellizcar la piel. De esta forma hacemos que los nódulos sean perceptibles y visibles lo que permitirá determinar su tamaño y la consistencia. También puede hacerse ecografías y termografía.
No hay un solo factor desencadenante de la celulitis, sino múltiples. Destacan:
Sexo: principalmente el femenino.
Factores endocrinos-hormonales. Se conoce el efecto de diversas hormonas como son los glucocorticoides, ACTH, somatotropina, progesterona; las disfunciones hipofisarias y ováricas, el hipotiroidismo y el hiperfoliculismo son factores probables. También al existir una alteración en el equilibrio estrógeno-progesterona durante la pubertad, el embarazo y la menopausia y durante la toma de anticonceptivos.
Factores hereditarios juega un papel importante en las posibilidades de padecer celulitis.
Factores metabólicos: que pueden originar alteraciones linfáticas y problemas circulatorios. Cabe citar la diabetes, la obesidad, trastornos hepáticos...
Factores alimentarios y tóxicos: el consumo excesivo o una sobrealimentación al igual que el consumo de tóxicos.
Factores sociales y de calidad de vida: el sedentarismo, falta de ejercicio, el uso de prendas de vestir ajustadas, problemas posturales...
Factores psicosomáticos: la ansiedad, el nerviosismo, el estrés, la depresión y en general cualquier estado psíquico y emocional que altere el equilibrio neurovegetativo, el cual regula la vasoconstricción de los capilares.
Factores medicamentosos: somníferos, relajantes, calmantes, antiinflamatorios anaovulatorios.
Factores mecánicos: el frió, traumatismos continuados, cicatrices quirúrgicas que originan infiltrados de tipo celulítico...
La celulitis por su propia naturaleza es incapaz de resolverse por sí misma. No es posible su resolución en forma espontánea. Es necesario tratarla de forma continuada y no estacionalmente. Hasta el momento, ningún tratamiento ha conseguido su total eliminación, pero en muchos de los casos se han conseguido apreciables mejorías, eso sí con mucha paciencia y constancia pues los resultados no son apreciables a corto plazo.
El principio “más vale prevenir que curar” también es válido para la celulitis; cuanto menos implantada esté más fácil será su eliminación.
Podemos destacar en su tratamiento:
Ejercicio físico: existen tablas de gimnasia destinadas a quemar y reducir la celulitis al mismo tiempo que consiguen endurecer y estilizar el músculo y favorecer la circulación sanguínea. Al favorecer la oxigenación general y una relajación psíquica se inciden favorablemente en el metabolismo. Es un buen coadyuvante sobre todo en las primeras fases de la celulitis.
Régimen alimentario: que va dirigido a disminuir grasas y féculas, que por si solo no elimina las grasas acumuladas en los nódulos, pero previene, eso sí, el avance y el progreso. Se aconseja beber mucho líquido y evitar la ingesta de productos tóxicos como café, alcohol, tabaco, etc.
Masajes e hidromasajes de drenaje circulatorio y linfático: que facilitan el tratamiento local, deben ser efectuados por especialistas y de forma frecuente.
Cremas anticelulíticas: es el tratamiento más fácil y barato. Con constancia y buenos productos pueden lograrse buenos resultados. Entre los principios activos disponibles destacan:
-Despolimerizadores de mucopilisacáridos: son enzimas que despolimerizan los nódulos celulíticos y devuelven la fluidez al tejido conjuntivo y el agua liberada puede ser eliminada por medio de diuréticos naturales.
-Fibrinolíticos: se trata de desnaturalizar las fibras de colágeno y elastina insolubilizadas e interconectadas en nódulo celulítico. Se utilizan extractos de plantas como el fucus.
-Lipolíticos: actúan por saturación de los dobles enlaces de las grasas se utiliza la cafeína, la nuez de cola, guaraná, té verde, etc.
-Protectores capilares y antiedematosos: disminuyen la permeabilidad capilar, aceleran y mejoran la circulación sanguínea y facilitan así el drenaje sanguíneo. Refuerzan la pared capilar, con lo que al disminuir su permeabilidad impiden la salida de líquidos a los espacios intersticiales y favorecen el aporte nutritivo y de oxigeno a los tejidos. Como son la hiedra, castaño de indias, rusco, centella asiática.
-Vasodilatadores periféricos: que aumentan la temperatura cutánea y favorecen así el metabolismo local, no siendo recomendables para aquellas personas con problemas circulatorios.
-Antirradicales: como la vitamina e, el aceite de aguacate, de rosa mosqueta, etc. que permiten la regeneración de tejido conjuntivo.